lunes, 28 de febrero de 2011

USURPADORES DE LA DEIDAD

Corrían malos tiempos en el Edén. Las creaturas que habían surgido de las manos de Dios debían enfrentarse, esta vez sin el amparo de su creador, a la toma de decisión que condicionaría para siempre sus propias vidas y las de todos sus descendientes. Ellos nunca fueron conscientes de la trascendencia que tendría la decisión que íban a tomar, pero la advertencia de su creador fue clara y contundente: "el día que comais, morireis".
De acuerdo con el cántico de la creación que Moisés nos ofrece, podemos observar que la oferta de Lucifer fue mucho más seductora que la oferta del creador. Mientras que uno le ofrecía el continuismo dentro de la tranquilidad dependiente de su crerador; el otro supo ofrecerle algo más interesante, más excitante, mucho más vibrante, poniendo delante de ellos el sabroso deseo de lo transgresor. "Vuestra vida no será la misma" les dijo. "Ante vosotros se abre un nuevo mundo de posibilidades que estarán marcadas por vuestras únicas y exclusivas decisiones: sereis como Dios".
!! Cómo ha cambiado el mundo desde entonces!! Qué lejos han quedado de nuestras vidas los sucesos de ese cántico de la creación. Pero por mucho que el ser humano se esfuerce por hacer desaparecer de sus anales históricos sus vínculos con el cántico del Génesis, existe un vector que atraviesa todas las generaciones desde entonces hasta nuestros dias: su status de usurpador de la deidad. Porque el hombre continúa deseando ser como Dios.
Desde que nuestros primeros padres tomaron la decisión de auto-marginarse de su creador, ha existido en el ser humano un anhelo ardiente de vivir en una contínua usurpación de la deidad para ser el único dios que controle y domine la vida de los demás. Es por ello que el ser humano ha dedicado, desde siempre, toda su maquinaria intelectual en contra de la idea de Dios. Mientras el pensamiento de Dios continúe estando presente en la mente y la vida de personas, el ser humano no puede ejercer el protagonismo que trató de usurpar en el Génesis: desplazar a Dios para ponerse él en su lugar. De ahí ese afán de hacer desaparecer a Dios de la esfera humana tratando de dar explicaciones científicas de los misterios escondidos, al margen de la existencia de Dios. Dios no es necesario para explicar aquellas cosas que no entendemos. Por otra parte, el hombre manifiesta una sed insaciable por conquistar y dominar aquellas cosas que hasta el momento le era imposible. Hay que conquistar y dominar el universo, las profundidades del mar, las enfermedades, la muerte, la propia vida. Para sentirnos como Dios, tenemos que enfrentarnos al mismo Dios con las armas del conocimiento porque en el Génesis: "los ojos de las creaturas fueron abiertos y se sintieron como Dios, sabiendo el bien y el mal".
Usurpadores de la deidad. Esta es nuestra triste realidad existencial. Y digo triste, porque cuanto más conquistamos y dominamos a través de nuestro conocimiento, más nos damos cuenta del trayecto tan largo que nos queda por recorrer. Y esto es pegar coces contra el aguijón, porque cuanto más conocemos más nos damos cuenta de lo poco que sabemos y qué lejos estamos "de ser como Dios".
Sin embargo, a nivel particular, esto sabemos llevarlo muy bien. Es una práctica tan habitual en nuestra relación con los demás, que podemos afirmar que el querer "ser como Dios" forma parte de nuestro ADN. Porque cada vez que tratamos de imponer nuestra razón; cada vez que descalificamos y humillamos al otro; que permitimos las acciones racistas; que permitimos la pobreza, las guerras, los absolutismos; cada vez que un niño/a es explotado sexualmente, que una mujer es maltratada; cada vez que cerremos nuestros ojos ante las injusticias sociales sobre los débiles o decimos sentir impotencia por cambiar la voluntad de los grandes sobre los pequeños, estamos ejerciendo el rol de querer "ser como Dios". Aunque a veces nos cueste reconocerlo, mientras vivamos somos y seremos usurpadores de la deidad. Moriremos en el intento.