lunes, 20 de abril de 2015

La palabra de Dios en el Espíritu (3)

·       Llegados a este punto, tenemos que hablar del tiempo que más nos afecta a nosotros directamente porque tiene que ver  con nuestra propia realidad, con nuestro pensamiento o reflexión cristiana del siglo en que vivimos. Y es interesante que le prestemos atención porque la verdad, nuestra reflexión está muy perdida, nuestros pensamientos pueden estar muy confusos y nuestros sentimientos demasiados alterados. El tiempo que nos ha tocado vivir nos presenta un panorama que no es nada fácil de sobrellevar porque entre los giros inesperados que nos da la vida, el acoso constante que a veces sufrimos por los distintos estilos de vida que nos ofertan, los desengaños personales, y un largo etcétera de situaciones por las que pasamos, provoca que un buen día cojamos nuestra brújula y nos demos cuenta que hemos perdido el norte, que no tenemos ni idea de cuál es el camino que tenemos que seguir.
·       Nos guste o no, nos encontramos en la cola de la revelación. No solo no oímos la palabra de Dios, ni vemos la palabra encarnada de Dios, sino que además, llevamos la carga de todas las interpretaciones que se han hecho acerca de la palabra de Dios. Sin darnos cuenta estamos condicionados por esquemas, tradiciones, interpretaciones, que han ido inoculando en nuestras vidas, y que en su momento tuvieron su necesidad, pero que ahora no nos dicen nada. Y todas aquellas cosas con las que tenemos que cargar, y que en su momento se hicieron en nombre de Dios para suplir una necesidad, producen insatisfacción en nuestra vida pero tenemos miedo de abandonar porque, según parece, no tenemos otra cosa.
·       Por lo que hemos podido ver en la reflexión que estamos llevando a cabo, la palabra de Dios tiene sus tiempos y respuestas. En el A.T. tuvieron la ocasión de escuchar y aprender a convivir con la palabra para poder aceptarla; los que convivieron con Jesús pudieron no solo escuchar la palabra sino también verla, y frente a ese acontecimiento se les brindó la oportunidad de seguirla. Sin embargo, con la llegada del Espíritu Santo, entramos en un nuevo tiempo de la palabra de Dios. Un nuevo tiempo en que la palabra ni se escucha ni se ve, sino que se interioriza para que nosotros, como personas adultas, dentro de este proceso de revelación, reflexionemos en ella para que “seamos plenamente capaces de comprender con todos los santos cual sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seamos llenos de toda la plenitud de Dios” (Ef. 3:18-19). Así que, nos guste o no, este es el tiempo que nos ha tocado vivir. Un tiempo que, por un lado, puede resultarnos muy dulce porque hasta los ángeles anhelan mirar estas cosas (1ª Pedro 1:12); pero que por otro lado, puede resultarnos algo amargo porque las conclusiones tenemos que sacarlas nosotros de nuestra propia reflexión. Y en esta tarea nadie puede escapar, porque todo cristiano está llamado a profundizar en el conocimiento del “misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Col. 2:2-3).
·       En este nuevo tiempo de la palabra de Dios quisiera hablaros de tres fases en las que cada una de ellas tiene su sujeto con su responsabilidad y funcionalidad, y en la que todos se encuentran ligados entre sí.
a)     Interiorización, cuya responsabilidad y funcionalidad recae sobre el Espíritu Santo.
b)    Reflexión, cuya responsabilidad y funcionalidad recae sobre el individuo.
c)     Transformación, cuya responsabilidad y funcionalidad recae sobre la comunidad.
 
1.-  Función del Espíritu Santo ( 1ª Jn. 5:6; 2:26-27)
 ·       La acción del Espíritu es dar testimonio en cuanto a que obra en el interior del ser humano para que éste reconozca la verdad. El que cree, acepta el testimonio del Espíritu que obra en él para que reciba la palabra. Él es el que fija la palabra para que permanezca en ella como fuerza viva, activa. A través de Él la palabra es interiorizada y asimilada de forma indefinida.
·       Los pasajes leídos, mas otros que hay, nos hablan de la función del Espíritu como la acción interior que va unida a la palabra exterior. Esta acción es una iluminación, un testimonio, una revelación, de que en nosotros hay alguien que obra por iniciativa soberana, para invitarnos a reconocer y creer en la palabra de Cristo que se nos anuncia exteriormente. Esta palabra no nos llega sola, sino con el soplo del Espíritu, que fija la palabra y hace que permanezca en nuestro interior.
a)     Si bien el Hijo nos dio a conocer la palabra del Padre, el Espíritu nos la aplica y la interioriza. Su acción es disolver en el alma la palabra oída, ya que sin la acción del Espíritu que transforma el pensamiento y el corazón, nosotros no podríamos abrirnos a esa palabra que nos resultaría extraña.
b)    El Espíritu interioriza, pero también actualiza la palabra. No es que produzca en nosotros una  nueva revelación, sino que produce en nosotros una profunda inteligencia para saber interpretar la palabra que permanece desde siempre. No es bueno que analicemos nuestra realidad a la luz de la palabra pasada, porque eso sería matar la riqueza y eficacia de la palabra. Es por eso que el Espíritu aplica la palabra a nuestra realidad de forma renovada y actualizada, para que nuestra respuesta a esa palabra sea mucho más efectiva y auténtica. Frente a esto, la pregunta que nos hacemos es ¿qué hacemos con esa palabra que se encuentra interiorizada en nuestro ser? ¿cómo la gestionamos? ¿qué tratamiento le damos?
 2.-  Función del individuo
 ·       Aquí es donde entra la responsabilidad de cada uno, porque como ya se ha comentado, todo cristiano está llamado a profundizar en el conocimiento de esta palabra. Es por ello que no podemos quedarnos solamente con la letra, porque la letra tiene su importancia, pero no puede adaptarse a las situaciones concretas de la vida. Y para que la letra no sea muerta, se tiene que realizar una propia versión. Si no es así acabamos momificando al Espíritu y haciendo imposible la fe. Es por esto que el Espíritu confiere al creyente el poder de tomar, en cualquier situación dada, la decisión acorde al tiempo. Por esto Pablo nos advierte en Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Y vuelve a decirnos en Efesios 4:23: “renovaos en el espíritu de vuestra mente”. Él nos capacita y nos invita a poder hacerlo. Para ello deberíamos trabajar algunos aspectos que quiero proponeros:
a)     Sensibilidad
Trabajar en la búsqueda de una sensibilidad hacia la verdadera palabra de Dios. Ser capaces de adquirir una capacidad de respuesta al estímulo de la verdadera palabra que es la que nos alimenta y nos da el crecimiento en nuestra vida. Porque tenemos la responsabilidad de saber distinguir entre aquellos que nos dan la auténtica palabra de aquellos que lo único que buscan es su propia gloria utilizando la palabra para inflar su propia vanidad, Ya nos lo decía Juan en su primera carta (4:1): “amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”. Y muchos continúan vivos entre nosotros. Cuando nos dejamos arrastrar por estos personajes, no estamos  mostrando sensibilidad alguna, sino que estamos alimentando nuestra sensiblería, que viene a ser ese sentimiento exagerado, trivial o fingido con el que pretendemos engañar a los demás y a nosotros mismos.
El apóstol Pedro, en su primera carta (2:2) nos aconseja, utilizando la figura del niño, a que deseemos “la leche espiritual no adulterada”, pero el autor a los Hebreos va mucho más allá hablándonos acerca de nuestra responsabilidad en ser expertos en la palabra cuando nos dice en 5:13-14 que “todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”.
b)    Aperturismo
Esforzarnos en mantener una actitud de aperturismo. Una actitud favorable a la innovación. Y para ello hemos de tener un espíritu de transigencia con todas aquellas cosas que pueden favorecer a nuestro crecimiento como seres humanos. Ya nos lo decía Pablo en 1ª Tes. 5:21 cuando nos aconseja a que “examinemos todo y sepamos retener lo bueno”. Hacer caso omiso de este consejo significa quedarnos encerrados en nuestros esquemas y tradiciones. Tratar de mantener vivos nuestros mensajes muertos porque están basados en una palabra que ni es viva ni es eficaz. Dar soluciones a problemas reales con acciones que pertenecen al pasado. Es por ello que tenemos que aprender a abrir nuestra mente a reflexiones nuevas, aprender a renovar nuestros odres para que el vino nuevo entre. Y no tengamos miedo a descubrir cosas nuevas. Muchas veces, detrás de lo que nosotros creíamos que era una herejía, se escondía una gran verdad que nos ha permitido crecer en madurez. Tenemos que entender de que a pesar de nuestro sentimiento de incapacidad de llegar a Dios, el más mínimo intento de comprender el amor de Dios es la muestra más grande de agradecimiento hacia Él. Y esto nos va a resultar difícil porque proyectamos sobre Él
-         Nuestros fantasmas
-         Nuestros egoísmos
-         Deformamos la imagen de Dios con nuestras ideologías y teologías: sus predestinaciones, sus iras, sus venganzas
Todo debe ser revisado para ir alcanzando la verdadera imagen del Dios de Jesús. Esto es posible porque si bien en el A.T. oíamos a Dios y con Jesús veíamos a Dios, a partir de la venida del Espíritu, Él nos capacita para poder conocer a Dios porque podemos penetrar en su misterio.
c)     Opción de renuncia
Porque mantener viva la capacidad de respuesta al estímulo de la verdadera palabra con una mentalidad abierta al descubrimiento de Dios, lleva consigo una opción de renuncia a todo lo aprendido y dar paso al proceso del des aprendizaje. Porque la palabra de Dios pone en juego todo el sentido de nuestra existencia personal, porque no se trata de aportar a nuestro sistema de valores o a nuestro pensamiento, correcciones de detalle, sino de orientar de otro modo todo nuestro ser. Y cuando tenemos que dejar atrás todo lo aprendido hasta ahora, nos damos cuenta del tiempo que hemos perdido aprendiendo cosas que lo único que han producido en nuestra vida ha sido insatisfacción por la esclavitud a la que  nos veíamos sometidos. Es una opción de renuncia muy dura. Una frase que me mandaron y que viene muy bien a este respecto decía: “Cuestionar nuestras más arraigadas creencias, requiere de mucho coraje porque implica aceptar que hemos podido estar equivocados toda la vida (más que coraje cabreo. Porque ¿a quién pedimos cuentas del tiempo perdido?). El apóstol Pablo parece ser que lo tiene muy claro cuando dice en su carta a los Filipenses en el capítulo 3, después de hacer un breve pero denso repaso a todo lo que ha tenido que dejar: “pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.
 3.-  Función de la comunidad  
 ·       El Espíritu Santo interioriza la palabra en nosotros y nos capacita para profundizar en su conocimiento. Nosotros tenemos la responsabilidad de aceptar esta invitación y comenzar a reflexionar en ella para la renovación mental y transformación de nuestra vida a la que somos llamados en tantas ocasiones. Pero esta transformación, si bien es una responsabilidad individual, no se completa en nosotros sin la presencia de la comunidad. El apóstol Pablo así lo entendió y así educó a las comunidades de su tiempo (1ª Cor. 3:11-17; Ef. 2:19-22). Para Pablo el concepto de “edificaos unos a otros” era de vital importancia, porque no se puede entender mi transformación existencial sin la presencia de la comunidad donde pueda desarrollarse. Tú eres el propósito  final de todo lo que soy o pueda llegar a ser.
·       Espero y confío en que hayas podido ser edificado por esta breve reflexión acerca de los tiempos y respuestas de la palabra de Dios. Solo permitidme acabar con una frase que leí hace unos días y no sé quién la dijo, pero que expresa muy bien el sentido del mensaje que he pretendido transmitir: “con la juventud se aprende, con la madurez se comprende”.
·       En la juventud del proceso comunicativo de Dios con el hombre, éste ha ido aprendiendo a convivir con la presencia de la palabra de Dios en su vida. Con el paso de los siglos ha ido descubriendo cosas nuevas que la gracia de Dios ha permitido que éste conozca. Llegados a este punto y habiendo alcanzado un alto grado de madurez, tenemos la responsabilidad de comprender para que “vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2ª Pedro 3:17-18).
 

La palabra de Dios en Jesús (2)

·       Santo Tomás, hablando de los tiempos de Dios en cuanto a la revelación, afirmaba: “Así como el hombre, cuando quiere revelarse con palabra del corazón, reviste en cierto modo su palabra con letras o con la voz, así Dios, cuando quiere manifestarse a los hombres, reviste de carne en el tiempo a su Verbo concebido desde toda la eternidad”. Con Jesús, la palabra que solo se percibía a través del oído, ahora se ve porque esta palabra se hace carne y habita entre nosotros (Jn. 1:14). Convenía que el Dios que solo se manifestaba al hombre por medio de la palabra oída, se comunicara con el hombre en su nivel y que se dirigiese a él por los signos corporales. Es por esto que, en Jesús, Dios se hace presente de manera humana, manifestándose como Dios a través de sus acciones, sus gestos, su actitud, su comportamiento y también por sus palabras. Dios se nos manifiesta a través de la palabra encarnada. De ahí que las enseñanzas, ajenas al cristianismo, pusieran tanto énfasis en que Jesús fue un hombre normal pero poseído por Dios y que a la hora de su muerte Dios abandonara su cuerpo. Aceptar esto era relegar la palabra de Dios a la condición del terreno de la mística. De ahí que Juan hiciera tanto énfasis en la encarnación del Verbo (Jn. 1:14) y que éste ha venido mediante agua y sangre (1ª Jn. 5:6) y que todo aquel que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios (1ª Jn. 4:3).
·       Con la llegada de Jesús, asistimos a un nuevo tiempo donde la palabra de Dios se expresa de forma diferente con lo visto hasta ahora. Un nuevo tiempo donde el hombre es invitado a contemplar cómo la palabra da un giro totalmente nuevo en su manera de hacerse cercana a éste. Si bien en el A.T. la palabra es oída y aceptada, con Jesús, la palabra no solo es oída sino también vista. Y el hombre no solo es interpelado a aceptarla sino también a seguirla. Y este seguimiento es una de las causas que van a provocar que la palabra manifestada en carne a través de Jesús, originen la confrontación de Jesús con todos aquellos que escuchan y ven la palabra de Dios proclamada por Jesús.
A.T.------ con la palabra oída no existe referente
Jesús----- con la palabra que se oye y ve, Jesús se presenta como referente
¿Cuáles van a ser las causas que van a provocar un enfrentamiento de Jesús con los líderes religiosos y con la sociedad? Porque mesías habían salido algunos, pero con Jesús el enfrentamiento es algo especial. Es un enfrentamiento especial por el análisis que a continuación vamos a ver.
1.    La palabra queda focalizada en el cumplimiento individual de la ley                         
Absolutización de la ley
2.    La palabra queda expresada en la escritura
Manipulación y apropiación de la ley
3.    Jesús habla y actúa en nombre de Dios
Cómo vive e interpreta la ley, lo hace en nombre de Dios
 
1)    Con la llegada del exilio, se arranca de raíz todo lo genuinamente israelita, y este hecho provoca el final catastrófico del Estado. Tal desastre hizo que el individuo se emancipara de los antiguos lazos sagrados de la comunidad y fuera cayendo en las supersticiones y en los cultos naturalistas. Una vez que el exilio destrozó por completo los lazos del pueblo y del Estado, que hasta entonces había rodeado y protegido la vida del individuo, parecía que la pérdida del autocontrol ya no podía pararse.
·       Según los entendidos del tema, la continuidad o no de la fe israelita, dependía de que ésta fuera capaz de soportar la ausencia de apoyos que había tenido en la moralidad patriarcal, en la conciencia de estado, en la monarquía, en la vida cultual. O se creaba un nuevo tipo de relación entre comunidad e individuo. O el individuo se dejaba arrastrar  por el proceso de disolución. La respuesta a esta alternativa la dieron dos hombres que lograron configurar un tipo de individualidad que estaba llamado a constituir el núcleo indestructible de una nueva comunidad. Estos dos hombres fueron Jeremías y Ezequiel.
·       El peso del mensaje no recae sobre el pueblo sino sobre el individuo, que llamado por la palabra de Dios, se le señala el camino hacia una nueva casa de Israel, una casa que teniendo la forma de la antigua comunidad de alianza, se pueda levantar desde la renovación. Dios quiere dar ocasión a cada miembro para que, libre de las cadenas de una culpa heredada, pueda entrar en una relación personal de servicio y fidelidad con el Dios de los padres.
·       Con la entrada en escena de dos de los hombres más importantes de la época posexílica: Esdras y Nehemías, el concepto de individualidad se vio reforzado porque se acató como tarea impuesta por Dios la de modelar la vida de acuerdo con la norma de la ley, haciendo de la comunidad un bastión inexpugnable frente al paganismo que acosaba al pueblo por todas partes. Se crea así una nueva forma de comunidad que, si bien siente la llamada de Dios a su pueblo, se basaba fundamentalmente en la independencia y responsabilidad de sus miembros, porque entiende que la llamada iba dirigida también al individuo.
·       Los hombres aprenden a ver la ley con nuevos ojos, como el medio de protegerse del contagio del ambiente pagano que tiene que sufrir y así poder llevar un sistema de vida propio. Cobran especial relevancia el sábado, la circuncisión y las leyes de pureza. Todo aquello que permite mantener una pureza frente al exterior. Asimismo, esta obediencia férrea a la ley contribuye a que el individuo se sienta miembro de una comunidad de la cual forma parte no por la costumbre o la tradición, sino por decisión personal. Ahora, el orden se invierte. Mientras que la ley era expresión de la alianza, ahora llega a ser la condición de su restauración. La ley ya no es dada porque se pertenece al pueblo elegido, sino que se pertenece al pueblo porque se acepta la ley, Quien acepta la ley, forma parte de la comunidad.
·       Esta obediencia a la ley constituyó el eje central de la existencia de la comunidad que nace en el exilio para no verse absorbida por el paganismo, y de esta manera marcar hondamente la piedad del judaísmo. Los efectos de esta actitud se tradujeron en una marcada separación entre piadosos e impíos. Para no mancharse con el impío, se vio la necesidad de una cada vez más estricta separación conformada en raseros totalmente externos, facilitando la aparición de otras formas de posturas piadosas. Para asegurar esta piedad tan angustiosa que imponía tantas cargas sobre el individuo, se echa mano de tres conceptos que se aplican sobre todos aquellos que quieren vivir esta vida: se defiende el derecho a la retribución por la obediencia; se reprimen las afirmaciones sobre el amor de Dios, trasladando el objeto del amor al nombre, a la salvación, o en la ley y sus mandamientos y testimonios; y, por último, se constituye el miedo como base de la relación personal con Dios.
Como fruto de todo esto, el piadoso se constituye así como el puente entre Dios y el pueblo, como la causa principal de la bendición de Dios sobre su pueblo.
2)    Según los entendidos, en la época del exilio, y sobre todo a partir de los tiempos de Josías, se puede datar el comienzo de la fijación de la palabra en la escritura. Este proceso de fijación de la palabra ha sido un proceso muy lento. Hasta fines del período real, la escritura de las tradiciones antiguas y de los oráculos proféticos fue sobre todo ocasional. Solamente después del destierro es donde comienza la recogida meticulosa y la revisión de la herencia espiritual de Israel (documentos legales, oráculos proféticos, obras históricas, libros de poesías) y se completan las grandes recopilaciones que se han dado en llamar código deuteronómico y sacerdotal.
Con la aparición de este fenómeno hay que resaltar dos cuestiones importantes: manipulación y apropiación de la ley.
a)     En el momento en que esta palabra comienza a ponerse por escrito, aparecen las distorsiones por las distintas interpretaciones que se hace de ella. Y todo esto entra dentro de la normalidad. Porque toda palabra que sale de la boca, exterioriza lo que hay en el corazón y el pensamiento. Y es este trasfondo, este sentido que se expresa a través de la palabra, lo que tenemos que analizar para conocer correctamente lo que se está diciendo. Pero esto es harto difícil, porque no solamente desconocemos el sentido exacto de la palabra, sino que además en el proceso de la fijación de la palabra en escritura, estamos poniendo nuestra impronta (de pensamiento, moralidad, espiritualidad, etc.).
·       Es por ello que en estas colecciones que aparecen, se puede advertir la influencia continua de ideas proféticas transmitidas de mil maneras en el código deuteronomista, a la vez que de una escuela sacerdotal tendente siempre a normalizar jurídicamente la vida de la comunidad. Estos movimientos que se prolongan hasta bien entrada la época posexílica, nos da una idea de la exégesis homilética que ya en el exilio se hacía de la palabra escrita en las asambleas de la comunidad.
·       Si  bien en siglos anteriores la tradición oral se basaba principalmente en la comunicación del encuentro de los patriarcas con la palabra desnuda de Dios, ahora esa palabra que ya ha pasado por el tamiz de los muchos recursos de la transmisión oral, se encuentra como palabra escrita susceptible todavía más de interpretaciones personales que tratan de analizar el trasfondo y sentido de esa palabra. Esto tiene como resultado una clara manipulación de la palabra en favor de esquemas y tradiciones concebidas por los hombres. La palabra deja de ser viva y eficaz para convertirse en palabra muerta que solo sirve como canal de justificación para los ideales del hombre.
b)    Pero no se trata solo de manipulación, sino que además, con la palabra escrita, se da el fenómeno de una apropiación indebida por parte de aquellos que se dedican al estudio y proclamación de esa palabra. Llegados a este punto, la palabra deja de ser patrimonio del pueblo para convertirse en propiedad privada de aquellos que se presentan delante del pueblo como los conocedores de la verdad y administradores de la misma. Ellos se convierten en gestores de la palabra. Vendría a ser lo que podríamos llamar un “absolutismo ilustrado”.
3)    Con este panorama se presenta Jesús delante del pueblo como palabra encarnada de Dios. Una palabra encarnada que va a ser piedra de tropiezo de aquellos que la escuchan y ven porque esa palabra va a apelar a la conciencia del hombre. Va a apelar a la interioridad y no al exterior.
¿Cuáles van a ser las causas de esta confrontación?
a)    Jesús presenta su propia interpretación de la ley
b)   Jesús convida al individuo a seguirle
c)    Jesús dice y hace en nombre de Dios
 a)     Si bien Jesús no se presenta como un maestro que pretende crear una escuela de pensamiento más, es bien cierto que Jesús, como hombre instruido en la ley y los profetas, tuvo que tener su reflexión personal, su propia interpretación de la ley y lo que debía representar para el individuo.
Frente al concepto de la ley como valor absoluto para el hombre, Jesús presenta al hombre como único valor absoluto hacia el cual tiene que ir dirigido el verdadero cumplimiento de la ley, porque la ley lo que busca es el bien del otro. Porque la ley no se entiende fuera del marco establecido entre un yo que encuentra su plena realización en el tú. Por eso el gesto del maestro, que es manso y humilde de corazón, que lava los pies de los discípulos, que es paciente y amable ante los insultos y ultrajes, que acoge a los pobres y a los pecadores, y sobre todo su pasión y muerte, iluminan los principios de su nueva moral que contrasta con la de los religiosos de su tiempo. Para Jesús el verdadero cumplimiento de la ley, es aquel que conduce al individuo hacia una búsqueda constante de la felicidad del otro.
b)   La segunda causa de confrontación de Jesús con los líderes religiosos, tiene que ver con el seguimiento. Frente a la invitación que recibe el individuo en cuanto a cargar con todo el peso de la ley para llevar una vida piadosa libre de contaminación, Jesús tiende la mano para ofrecer la posibilidad de vivir en libertad: “conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Jesús despoja a la ley de su centralidad en la vida del individuo y centra toda su actuación en el hombre y los invita a seguirle para ofrecerles la oportunidad de cumplir con la voluntad del Padre que no es otra que amar al prójimo.
c)    La tercera causa de confrontación es vital para procesar a Jesús y llevarle a la cruz. La declaración de Jesús cuando lo llevan delante del sumo sacerdote Caifás en cuanto a que él es el Cristo, es escandalosa para todos los presentes. No solo por la declaración en sí misma, sino porque con esta declaración, todo lo que él ha hecho y dicho lo está relacionando con el propio Dios. Esto es lo que realmente clama al cielo y saca de sus casillas a los líderes religiosos, el ofrecimiento que Jesús hace de un Dios que está ligado con los proscritos, con los pecadores, con los sin nombre, con los desprotegidos, con los pobres de la tierra. Este pensamiento es básico para entender toda la trayectoria de Jesús, desde su inicio hasta su muerte, porque Jesús va a cambiar completamente el contenido del seguimiento. Para el judaísmo, el seguimiento está basado en una integración de la norma, de los esquemas, del mandamiento, de la imposición. Este es el referente del seguimiento para el judaísmo. Para Jesús el seguimiento no está basado en una actuación, sino en una integración de su Padre en su vida. Esa integración plena lleva a implicar a Dios en toda su actuación y en su mensaje. Implica a Dios en todo lo que hace y dice, sin tener miedo alguno a las consecuencias. Con la muerte de Jesús se hace justicia y se limpia el buen y santo nombre de Jehová.
En nombre de Dios, se mata la palabra de Dios.

La palabra de Dios en el A. T. (1)


  • Karl Bühler, psicólogo, pedagogo, lingüista y filósofo alemán nacido en el s. IXX, distinguía en la palabra tres aspectos importantes: 1) La palabra tiene un contenido. Significa o representa algo: nombra un objeto, formula un pensamiento, un juicio, cuenta un hecho. En este sentido la palabra es expresión. 2) La palabra es una interpelación. Se dirige a alguien porque la palabra tiene lugar entre un yo y un tú. Toda palabra se dirige a otro. En este sentido la palabra quiere provocar en el tú una respuesta, una reacción. 3) La palabra es descubrimiento de la persona, manifestación de su actitud interior, revelación de la persona, testimonio de sí misma. En este sentido la palabra es encuentro con el otro, donde las dos interioridades se manifiestan una a la otra para vivir en reciprocidad.
  • Muy brevemente define la palabra como la acción por la que la persona se dirige y se expresa a otra para una comunicación. El hombre, para expresarse, dispone de muchos medios: mímica, gestos, miradas. Pero la palabra es la expresión más perfecta de la persona.
  • Cuando hablamos de que Dios se ha revelado al hombre, en base al testimonio escrito que encontramos en lo que se ha llegado a llamar Santa Biblia, hablamos de que Dios ha querido ser para el hombre un yo que se dirige a un tú en una relación interpersonal y vital. Es muy importante tener esta idea bien presente en nuestro pensamiento y reflexión acerca de Dios. Porque no es el hombre quien se diviniza para comunicarse con Dios, sino que es Dios quien se humaniza para entrar en diálogo con el hombre. Es Dios quien franquea la distancia que lo separa del hombre para salir a su encuentro. El trascendente se hace el Dios cercano. Dios sale de su misterio y se hace presente al hombre.
  • Así pues, cuando Dios entra en comunión interpersonal con el hombre, a través de su palabra, no lo hace con intención puramente utilitaria, sino para establecer lazos de amor y de amistad. Y para aprender de ese amor, tenemos que ponernos a la escucha de su revelación, porque solo a partir del acontecimiento de la revelación podemos comprender el significado del amor. Y al hacerlo, Dios  tiene en cuenta tres cuestiones importantes que afectan al contenido, la interpelación y el encuentro con el otro:
1.    El contenido se explica con palabras humanas que el hombre puede oír y asimilar en su inteligencia (las palabras y su significado cambian).
2.    El encuentro con el otro se da desde la realidad vital del que recibe la palabra (la realidad es cambiante).
3.    La reacción del que recibe la interpelación se entiende desde el mundo donde vive. La palabra irrumpe en la realidad del hombre y éste responde desde su propia realidad (las respuestas cambian).


Todo esto nos lleva a un tema que es del que quisiera reflexionar


LA PALABRA DE DIOS TIENES SUS TIEMPOS Y RESPUESTAS


Entendiendo la palabra de Dios como lo que es y no encerrándola en un libro como el que tenemos y al que sacralizamos como la palabra de Dios. Porque la palabra de Dios, como nos dice Hebreos 4:12-13, es viva como Dios mismo, es activa, tajante como espada de dos filos, es sutil y penetra hasta lo más profundo del ser humano, discierne y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón. Es a esto a lo que nos referimos cuando hablamos de la palabra de Dios. Y porque la palabra de Dios es viva y activa; y porque se dirige al ser humano para expresar su designio salvífico y establecer lazos de amor y amistad, Dios utiliza todos los recursos dentro del espacio y el tiempo que le ha tocado vivir al receptor de su palabra para que éste pueda oír y su inteligencia asimilar.
·       Hay un pasaje en la carta a los Hebreos 1:1-2 que refleja bien este pensamiento y que vamos a utilizar como punto de partida en la reflexión de estos días. La persona que escribe la epístola inicia su reflexión presentándonos a un Dios que, desde el inicio, ha abierto vías de diálogo con el ser humano. Y hasta donde él ha podido llegar con su reflexión, nos presenta dos economías o estadios de tiempo: el pasado y el presente. Y entre estas dos economías existen dos elementos: uno de igualdad y otro de diferencia. Por un lado Dios “ha hablado”. Es decir que, tanto en una economía como en otra, tanto en el pasado como en el ahora, la palabra de Dios ha permanecido en nuestra historia. Pero por otro lado, se establece un elemento diferenciador en los tiempos, las maneras, los mediadores y destinatarios de su palabra.
·       Esto nos lleva a pensar que la palabra de Dios tiene sus tiempos, y desde mi punto de vista, estos tiempos tienen que ver con tres estadios o períodos de tiempo:
1.    A.T. donde vemos que la palabra de Dios irrumpe en el espacio del hombre, se hace presente y el hombre oye la palabra. Este oír provoca en el hombre una respuesta: acepta o rechaza la palabra.
2.    Si bien en el A.T. la palabra se oye, con Jesús la palabra se ve porque esta palabra se hace carne. Y si en el A.T. provoca una aceptación, con Jesús provoca una confrontación porque la visualización apela a la conciencia del que escucha y ve.
3.    Pero con la venida del Espíritu Santo, la palabra sale de nuestro entorno físico para convertirse en inspiración. Por lo tanto, esta palabra que ahora no se oye ni se ve, se interioriza. Y esta interiorización provoca en el hombre una reflexión.


La palabra de Dios en el A.T.

Con respecto al tiempo de la palabra de Dios en el A.T. habría muchísimo que decir, pero ni yo estoy preparado para hacerlo ni el momento lo requiere. Tan solo quería exponer una breve reflexión acerca del tema, y no solo de éste, sino también de los demás que expondré más adelante.
a)    Desde los inicios de nuestra historia, el hombre siempre ha mantenido una curiosidad especial para saber cómo poder conectarse con la divinidad. Siempre ha sido constante su deseo de querer saber quién está más allá de nuestro espacio y tiempo (y lo sigue siendo aún hoy día. Lo que ocurre es que en vez de llamarlo divinidad, lo llama otros mundos). Es por eso que siempre ha tratado de ponerse en contacto con sus propias divinidades utilizando cualquier medio producto de su imaginación.
En el caso de Dios, a diferencia de otros dioses, es que Él es quien sale al encuentro del hombre y utilizando un lenguaje humano, se comunica con él. En el A.T. Dios elige a personas privilegiadas que no son la verdad ni la luz, pero que tendrán que dar testimonio de la verdad que les ha sido comunicada por aquel que ha irrumpido en sus vidas y desde el momento en que esa palabra se hace presente en ellos, tendrán que aprender a vivir con esa experiencia vital, porque aunque Dios escapa a su visión, se comunica con el hombre a través de la palabra, y si Dios habla, el hombre debe escuchar (1ª Sam. 3:10). Y cuando el hombre escucha, es interpelado por la palabra para que sea aceptada por él. Por esto, en los inicios del A.T. la revelación consiste en palabra específica que invita al hombre a una reacción específica: la fe o aceptación de esa palabra oída. Todo el que ha oído la palabra de Jehová, ha de aceptarla y vivir según las exigencias de esa palabra. Por ello la fe consiste en el A.T. en obediencia y confianza. Este es el conflicto con el que se verá confrontado todo aquel que, a través de los tiempos, escucha la palabra de Dios. Una palabra que cuando sale al encuentro del hombre tiene que darse un proceso de aceptación y convivencia y un proceso de obediencia. Un proceso que va a llevar al hombre a un lento aprendizaje de que lo fundamental de esa revelación es el amor de Dios. Un amor que se va a mostrar en líneas generales con la libertad colectiva de la esclavitud, hasta mostrarse como preocupación individual y entrañable por el pobre, el huérfano, el esclavo, el extranjero y la viuda. Y yo entiendo que esta experiencia no debió resultar nada fácil, porque era un enfrentamiento con la palabra desnuda (Abrahám).
b)   Esta palabra de Dios crece en cantidad y calidad a medida que los siglos van sucediéndose y que Dios interviene en la historia. Y si a través de estos siglos, la palabra ha representado la expresión más perfecta de la revelación de Dios con su creatura, la historia va a representar el marco donde esta palabra va a recibir el reconocimiento que se merece. Porque Israel no descubre a Dios mediante un proceso de reflexión acerca del universo, sino a través de sus intervenciones en la historia. El Dios de la historia le lleva al Dios de la creación. Israel, que reconoce a su Dios a través de la palabra, va a conocer a su Dios a través de sus intervenciones en la historia. La fe, que se expresa a través del testimonio, va a dar un giro importante. Porque ya no va a ser una palabra desnuda, sino que va a estar acompañada de actos que van a avalar esa palabra. El recipiente, que soporta el contenido de la palabra, comienza a tener autoridad en su testimonio porque la palabra se cumple. No vuelve a Dios vacía. Por eso es importante, en este tiempo de la palabra de Dios, el concepto PALABRA+EVENTO. El oír va a estar acompañado de actos prodigiosos que van a dar credibilidad a esa palabra, porque el Dios que interviene en la historia, explica el sentido de su intervención (Ex. 19:6 “me seréis un reino de sacerdotes….”). Pero cuando decimos que Dios interviene en la historia, no me refiero a que Dios controla la historia con sus intervenciones, sino que Dios interviene en los momentos concretos en el transcurso del tiempo, y al hacerlo, no lo hace de forma caprichosa sino que todos los actos forman parte de un todo, trazando una línea donde va apareciendo paulatinamente el plan divino de la salvación, Y si Dios decide intervenir en momentos determinados en el transcurso del tiempo, la palabra que acompaña estos eventos, va a ir calando en todos aquellos que son testigos de los acontecimientos que dieron lugar  al nacimiento de Israel como pueblo de Dios. Tales acontecimientos son el éxodo, la alianza y la entrada en la tierra prometida. Unos acontecimientos que van a permitir al pueblo conocer a Dios como ser `personal por la revelación de su nombre, y que como Dios personal puede invocarse y responder a las plegarias del hombre.
c)    Estos acontecimientos, que van a constituir el germen de la revelación en el A.T., son los que van a alimentar constantemente la reflexión religiosa de Israel. Una reflexión en la que el protagonismo de los profetas va a ser primordial porque ellos harán crecer y profundizar el conocimiento de Dios. Porque ellos se van a convertir en testigos e intérpretes cualificados de la historia, una historia que va a estar acompañada de acontecimientos iluminados por la palabra. Y lo que ellos van a captar no va a ser algo para ellos en exclusiva, sino que el mensaje que ellos recogen va a estar siempre destinado a la comunidad. Ellos se van a convertir en protagonistas en cuanto a interpretar y proclamar en nombre de Dios, lo que significan las intervenciones de Dios en la historia. Una historia por la que Dios se revela pero que es interpretada por los profetas. Por lo tanto, hay que saber distinguir entre el acontecimiento histórico y el acontecimiento de la palabra, es decir, dos hechos reales, objetivos que ocurren en el marco de la historia y la reflexión del profeta dirigida e iluminada por Dios, que le da al profeta la inteligencia del acontecimiento y su significación. Cuando estos relatos son analizados con detalle por los profetas, se trata de una actividad espiritual humana, unas veces como producto de una reflexión otras como producto de crisis. Y es en esta actividad donde el Espíritu hace sentir su presencia y da a entender su salvación.