martes, 28 de septiembre de 2010

CARTAS A DIOS - 3 -

Ha pasado el verano y como ocurre últimamente, el otoño no sabe dónde encajar. La verdad, Dios, es que nos estamos cargando esta preciosa estación. Solo nos damos cuenta de su aparición cuando vemos a los árboles tímidamente desnudarse.
A diferencia del otoño, que comprobamos que permanece entre nosotros cuando cada año vemos las calles llenas de hojas, me satisface poder observar cada domingo que tu iglesia continúa existiendo, porque la comunidad donde asisto continúa congregandose. La verdad Dios, es que resulta triste, por no decir patético, llegar a la apreciación de que la Iglesia existe porque me congrego en una comunidad.Pero las cosas son así.
Aunque hay otros que lo tienen peor, porque, supongo que te habrás enterado, van diciendo por ahí que son creyentes pero que no tienen iglesia (y supongo que no querrán hacer nada por tenerla, aunque el hecho de formar un colectivo, un grupo, diría yo que casi ya han formado una). Vamos Dios, que ahora resulta que con los tiempos modernos que corren, ha aparecido un nuevo concepto de creyente: el creyente autónomo. Entre tu Iglesia que no hace nada por expresar su presencia en este mundo y que no se reunen en una comunidad, no sé cómo van a saber si la Iglesia continúa estando aqui si a Ti te da por quitarla de enmedio.
Vivimos en un mundo donde los detractores de la Iglesia son cada vez más abundantes, donde la mofa y la indiferencia hacia tu persona es cada vez más frecuente. Pero Tú te ríes de todos ellos, y yo juntamente contigo. Pero a mi, desde la realidad que vivo de ser hijo tuyo, los que más me preocupan, por el daño espiritual que pueden hacer, son los detractores que están dentro de tu Iglesia. Aquellos lobos vestidos de ovejas que se ceban confundiendo las mentes y los corazones de la gente sencilla. Contra éstos solo cabe esperar que Tu obres. Puedo pasar de las calumnias en las que el mundo se ejercita contra tu Iglesia, puedo no hacer caso de sus difamaciones, de sus burlas grotescas; pero lo que más me llena de indignación es la labor silenciosa de destrucción que están llevando a cabo aquellos que hablan en tu nombre y manejan a la perfección tu palabra como instrumento disuasor. Hombres y mujeres que, en nombre de su propio dios, maquinan contínuamente cómo confundir a la comunidad, haciéndole creer que el status generado por ellos se corresponde con tu voluntad. Contra éstos no puedo, Dios, porque saben trabajar tan bien con las mentes, que cualquier conato de rebeldía contra ellos, es reflejo de ir en contra de lo que Tu tienes establecido.
Así las cosas Dios, no me extraña que hayan hijos tuyos que tomen la decisión de dejar la comunidad y denominarse así mismos como "creyentes sin iglesia". Son como ovejas sin pastor, pero en este caso, es el pastor el que se ha encargado de echarlas del rebaño sin importarle el daño que esto podría representar para sus vidas. Espero y confío Dios, que a todos estos creyentes autónomos les hagas reflexionar sobre la necesidad de luchar activamente en contra de todos estos "guardianes de la fe" por amor de todos aquellos que permanecen confundidos dentro de la comunidad. En cada momento de necesidad, has levantado a alguien para mostrar el verdadero valor de tu mensaje expresado en la vida de tu Hijo, y en estos tiempos en que vivimos nos toca a nosotros, y no a otros, hacer valer este precioso mensaje.

martes, 21 de septiembre de 2010

CARTAS A DIOS - 2 -

En algunas ocasiones pienso que la felicidad es un estado que no alcanzaré a disfrutar hasta que no ocupe la morada que tu Hijo fué a preparar para mi. Mientras tanto, Dios, es evidente que la infelicidad será lo que más abultará en mi maleta de viaje. Una maleta de la que estoy muy cansado de llevar, porque encima tengo que aguantar a los que insinúan que si soy hijo tuyo, tengo que ser feliz. Y para ello usan conceptos como fe, confianza, esperanza.... Qué pena me dan Dios aquellos que manipulan la espiritualidad para que su ceguera esté fundamentada en tu palabra.
Como te decía, Dios, me desespera mucho tener que estar en la cola de los infelices esperando mi turno. ¿No crees que llevo ya demasiado tiempo?. De todas maneras, y a pesar de lo que me toque vivir, tengo que decirte Dios que si viviera siempre feliz, tal vez no pensaría tanto en tu persona, porque en cierto sentido la reflexión es el alimento de los desalentados. Es patrimonio de los que parecen estar fuera de "la órbita espiritual". Porque qué reflexíón pueden tener aquellos que no necesitan nada. Aquellos que se sienten "bendecidos".
Y aunque parezca un contrasentido, te confieso Dios que este sentimiento de infelicidad me produce un estado de felicidad, porque al reflexionar en tu persona, te abro mi corazón y mi mente, y de esta manera llego a conocerte de manera mucho más cercana. Algún día, Dios, algún día, sabré valorar lo cerca que estás de mí.