jueves, 14 de octubre de 2010

CARTAS A DIOS - 4 -

Esta tarde me he indignado. Y como todo bicho viviente que se precia de ser humano, me he indignado porque tengo toda la razón del mundo. La persona con la que hablaba se empeñaba férreamente en convencerme de que cuando alguien pasa por situaciones que nosotros catalogamos como "de crisis" tenemos que esperar siempre de Tí un "para qué". Como Tú tienes siempre un propósito con las pruebas que nos mandas, pues tenemos que preguntarte para qué, qué propósito tienes Tú, qué es lo que quieres que aprendamos. Esta "declaración de fe" es lo que me ha confundido y provocado la indignación, porque la verdad, Dios, es que cuando estoy bastante apuradillo, de mi no sale preguntarte "para qué" estoy pasando esta situación y, en cambio, sí que sale de mis entrañas preguntarte "por qué" me está pasando esto a mi y no a otro.
Desde los tiempos antiguos, siempre que tus siervos han pasado por experiencias de conflicto interno o externo, no solo sus corazones se han quebrado sino también sus gargantas al preguntarte "por qué". A diferencia de cómo nosotros percibimos y gestionamos la espiritualidad, tus siervos supieron entender que no pasaba nada si abrían sus corazones a Ti y dejaban aflorar sus sentimientos, incluidos los de rabia y resignación. La verdad, Dios, es que ni tu mismo Hijo pudo sustraerse a esta muestra de sinceridad cuando en medio del drama de la cruz te preguntó "por qué me has abandonado".
En nuestro contexto evangélico, por la educación que hemos recibido, parece ser Dios que puede resultar una osadía muy grande hacerte esta pregunta. Esto podría parecer cierto si lo hago desde la soberbia, pero no es así en el caso de tus siervos y muy especialmente en el de tu Hijo, ya que si él abre su corazón delante de Ti, lo hace desde el más profundo respeto a tu voluntad. Este sometimiento a tu palabra desde la libertad de poder expresar sus más profundos sentimientos de incomprensión, soledad y abandono, es lo que más me provoca a emplazarme a mí mismo a ser capaz de sentir el mismo respeto hacia tu palabra.
Es posible, Dios, que la pregunta adecuada sea "para qué" y algún dia tenga que hacertela, pero mientras sea humano, por descontado que te preguntaré "por qué" tratando que sea desde el respeto a tu voluntad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario