viernes, 8 de marzo de 2013

PAN Y CIRCO

Erase una vez que se era, que en la antigüedad salió a la luz uno de los fenómenos mejor utilizados por el poder con el fín de mantener al pueblo en un estado de embriaguez mental y así anular su capacidad de crítica. A un iluminado se le ocurrió la genial idea de que al pueblo nunca le podía faltar pan y circo. Y con la práctica de esta genialidad, el estado podía vivir con la tranquilidad de que nadie se iba a preguntar por las cosas que verdaderamente afectaban a la ciudadanía. Y si alguien quería criticar, nadie le hacía caso porque todos vivían en un estado de bienestar y no querían que se les privase de tal felicidad. Con el paso del tiempo, se ha podido comprobar que la implantación de este fenómeno que generó el estado, ha sido una de las mejores ideas que se ha tenido, porque a través de los siglos, el estado siempre ha procurado, de una forma u otra, que sus ciudadanos disfruten de una placentera vida con su pan y con su circo. Y así les ha ido de bien.
Sin embargo, en los tiempos en que vivimos, una de las mayores equivocaciones que ha tenido el poder representado en el estado, ha sido el mantener un constante recorte en las provisiones de pan hacia sus ciudadanos. Vivíamos todos muy felices con nuestros trabajos, nuestras vacaciones, nuestros créditos, nuestras tarjetas. Con un placentero presente y un futuro tranquilizador, donde nos esperaba una jubilación más o menos generosa para disfrutarla con nuestros hijos y nietos. Qué bien vivíamos dentro de nuestra nube de ingenuidad, sin conocer nada de prima de riesgo, ni de desahucios, sin imaginarnos de hasta dónde podía llegar la cruel usura de la banca, permitiendo que los corruptos llenaran sus arcas con el dinero público y que los políticos se dedicaran a satisfacer su ego. Qué tiempos aquellos en que teníamos pan y circo. Pero empezaron a soplar vientos de sequía. Y donde había abundancia, ahora hay necesidad. Necesidad porque se nos ha arrebatado el pan. Y al faltarnos el pan, nos han arrastrado hacia la desolación, hacia el hambre. Nos han dejado solos frente a nuestras miserias. Por eso ahora, nuestra visión del circo ha cambiado, porque ya no lo vemos con nuestros vientres satisfechos. Y lo que vemos ya no nos gusta, porque las bestias nos asustan. Ahora vemos lo que antes suponíamos pero no queríamos ver, que en la arena del circo solo hay corruptos insaciables que no les apetece frenar nunca su afán de enriquecerse con dinero de los demás; banqueros hambrientos de enriquecimiento ilícito pero que se sienten seguros en las leyes que les amparan en todos sus saqueos; políticos que solo les preocupa, como niños en el patio del colegio, ganar el partido de fútbol.
Si algo hemos aprendido al arrebatarnos el pan, es que estamos asqueados del circo que tanto tiempo hemos contemplado impávidos. Que estamos hartos de tanto circo, que por no gustarnos, ya no nos gustan ni los payasos que han ido pasando por él.

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