sábado, 18 de agosto de 2012

Verdad y libertad

De todos los principios o valores que dan soporte a la existencia humana, existen dos que, siendo de los más valorados por el ser humano, son, sin embargo, de los más sensibles a la manipulación: la verdad y la libertad, ya que todo aquello que no es sujeto de definición, se convierte en codicioso objeto de manipulación.


Tanto los políticos como los poderosos de la tierra, aquellos que de una manera u otra ostentan un dominio sobre los demás por la posición que ocupan o por la riqueza que poseen, son conscientes que cuando la verdad anda suelta, se marcha a rondar la libertad. De ahí la importancia de que la verdad sea mantenida oculta para que la libertad no pueda recibir el beso del príncipe enamorado que la despierte de su sueño esclavizado.
No es que se nos oculte la verdad, sino que la verdad, siendo retenida, es cambiada por la mentira que se nos presenta como la verdad por aquellos que se dicen ser poseedores de ella. Y para alcanzar sus objetivos, cambian los conceptos, los significados de las palabras, el sentido de las frases. Preparan un plato tan agradable a nuestra vista que no percibimos el verdadero sabor de la comida que nos están dando. El resultado para nosotros es nefasto, porque si la verdad que recibimos está fundada en la mentira, nuestra libertad, que se sustenta en la verdad, es una libertad falsa, un fantasma que convive en medio de nosotros y al que nunca podemos alcanzar.
En el terreno religioso donde nosotros nos movemos, podemos percibir que lamentablemente vivimos también en un estado de ocultamiento de la verdad donde el desarrollo de nuestra libertad está condicionado a la aceptación de las verdades implantadas. Unas verdades que nos conducen muy sutilmente a que lo verdaderamente importante es fortalecer el desarrollo de nuestro sentido de continuidad, lo que legalmente se llama “notorio arraigo”. Lo importante es asegurar la continuidad, y para ello:

- Creación de hábitos                  sacralización de la costumbre

- Asistencia a un local                 sacralización del lugar de culto

- Reuniones periódicas                sacralización de los cultos

- Establecimiento de líderes         sacralización del liderazgo
Toda verdad que contradiga alcanzar este propósito, viene del diablo. Toda libertad que pretenda romper estos muros establecidos, es libertinaje y no conviene a la comunidad.
Pero esta realidad que nos acompaña, no es una realidad fruto de los tiempos modernos que vivimos, sino que es un fiel reflejo de la realidad que viven los ciudadanos y ciudadanas de los tiempos en que Jesús vivió entre nosotros. Una realidad donde imperaba el miedo a romper los esquemas establecidos por el poder religioso que manipulaba la verdad haciendo prevalecer su propia verdad acerca de Dios y coartaba la libertad. Todo en nombre de la continuidad como pueblo de Dios, porque asegurando la continuidad, aseguraban su liderazgo y su posición de poder frente al pueblo.
En medio de esta realidad, aparece Jesús como portador de aires de libertad, una libertad que se ejerce por la posibilidad de conocer la verdad, una verdad que se fundamenta en su propia persona y la adhesión a su modelo de percibir la vida y su criterio acerca del Padre.

“Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32)

¿Conocer la verdad? Ya la conocemos

¿Ser libres? Ya lo somos

Esa fue la respuesta de los judíos (v-33)

Sin embargo, las palabras de Jesús nos introducen en una esfera distinta a la nuestra en cuanto a la comprensión del concepto de la verdad. Porque la verdad que nos presenta Jesús no está vinculada a la experiencia religiosa, ni tan siquiera a la lectura y meditación de los libros sagrados, ni está ligada a la interpretación que los hombres pueden hacer de ella, sino que es una verdad que se encuentra totalmente vinculada a su propia persona, porque él concentra en sí mismo la verdad. Por eso la verdad que nos presenta Jesús no se puede inventar, ni cambiar, ni manipular, porque él es la verdad.

¿Por qué él es la verdad, cuando la única verdad es la palabra que viene de Dios? (Jn. 17:17)
Jesús Logos de Dios. El es la verdad de Dios expresada en su vida.

Por lo tanto, la verdad a la que Jesús nos provoca a conocer está fundamentada en su propia persona. Jesús nos invita, no a que seamos poseedores de la verdad, sino a que estemos vinculados con la verdad en tanto en cuanto practiquemos nuestro compromiso con su mensaje, y asumamos su visión, su percepción de la vida, su criterio sobre su presente y futuro.
Eso significa tener que enfrentarnos a dos cuestiones importantes:

1.- El conocimiento de la verdad es trasgresor de las verdades implantadas porque cuando conocemos y aceptamos la verdad, se produce una violación de todo aquello que detiene nuestro crecimiento espiritual, y ese crecimiento, como dice Pablo, está ligado al conocimiento de la persona de Jesús. Por lo tanto, si nuestra opción es aprehendernos del conocimiento de la verdad, debe existir un enfrentamiento con todas aquellas mentiras periféricas que se nos presentan como verdades con el único propósito de desvincularnos del conocimiento de la auténtica verdad.
Y algo muy serio debe estar pasando en nuestra vida cuando no somos capaces de enfrentarnos a la tradición, a las normas que nos cuestan sobrellevar, a los esquemas establecidos, a las cargas insoportables. Algo debe estar pasando cuando permitimos que lo “evangélico” prevalezca sobre lo cristiano, cuando permitimos que lo escrito prevalezca sobre la reflexión, cuando permitimos que la opinión de los hombres tenga más peso que la palabra de Dios.

2.- Esto no podemos permitirlo, por eso el conocimiento de la verdad no es solo trasgresor de las mentiras implantadas, sino que es también generador de conflictos.
Conflictos internos, porque tenemos que decidir qué hacemos con todo aquello que forma parte de nuestra educación espiritual y que vemos que nos está impidiendo crecer. Tenemos que decidir qué hacemos con aquellas verdades impuestas que ponen de manifiesto nuestra inseguridad, nuestro vacío, nuestra desorientación, cuando tenemos que enfrentarnos a los grandes interrogantes de nuestra propia existencia que es el terreno donde nos damos cuenta de lo poco que sirve muchas cosas que nos han enseñado.
Tenemos que decidir qué hacer: seguir en el camino de la continuidad conviviendo con nuestros esquemas acerca de la verdad o entrar en la senda del conflicto. Jeremías exhortaba al pueblo a “volver a las sendas antiguas”, y nuestra única senda por la que debemos andar, es la senda del conocimiento de la verdad, de la única verdad que existe: Jesús. Y contemplar su verdad expresada en su vida.

Si esta es la senda de nuestra opción, nuestros conflictos ya no solo serán internos, sino que se convertirán también en conflictos externos. Y en este caso nuestra lucha no será contra el mundo, sino contra aquellos que detienen la verdad ofreciéndonos su propia visión acerca de Dios para esclavizarnos a sus normas.
En este conflicto hay que dejar de ser “políticamente correctos”

Conocer a Jesús es conocer la verdad que se expresa en la libertad como principio vital de nuestra existencia.

“conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” dice Jesús

“Jamás hemos sido esclavos de nadie” somos libres en Jesús, decimos nosotros

No sé vosotros, pero yo soy esclavo de muchas cosas: soy esclavo de mi educación, de mi entorno, de mis fantasmas, de mi falta de visión, del desconocimiento que genera inseguridad, de mis dudas, mis incertidumbres, pero sobre todas las cosas soy esclavo de mi propio egoísmo.

El conocimiento de la verdad es portador de libertad. No aquella libertad que nos otorga el Estado a través de la Constitución y que se desarrolla en las leyes civiles y penales, no aquella libertad que exigimos al gobierno para nuestras creencias y cultos pero que no somos capaces de practicar con aquellos que no piensan como nosotros.

La libertad a la que se refiere Jesús no tiene que ver con un cambio que viene provocado por el discurso de nadie, sino que surge de nuestro propio conocimiento de la verdad. Es por eso que la libertad no se nos otorga o se nos delega, sino que surge de nuestra interioridad como fruto del conocimiento de la verdad. Y si surge de mi interior, me libera de todas mis esclavitudes para tener la misma percepción de la vida que tenía Jesús, para tener el mismo criterio sobre el presente y el futuro.

“Conoceréis la verdad” Qué verdad

En el caso de Jesús, la verdad es objetiva porque está amparada en su vida.

“Seréis libres” Qué libertad

En el caso de Jesús, la libertad es auténtica porque está vinculada a la verdad



No hay comentarios:

Publicar un comentario