miércoles, 21 de abril de 2010

REFORMAR NUESTRA ECLESIOLOGÍA

Que duda cabe de que la iglesia tiene muchas asignaturas pendientes. Y es por ello que, como todos sabemos y aplaudimos, la iglesia tiene que estar en un contínuo proceso de reforma. Y la verdad es que han habido bastantes. Por lo menos desde que empecé a asistir a una iglesia, han habido muchos cambios. Sin embargo, tengo la sensación de que la mayoría de reformas que se han operado en la iglesia, han sido forzadas, en alguna manera, porque la vida nos ha empujado con tanta violencia que hemos tenido que cambiar. Y en algunas ocasiones, incluso ni nos hemos parado a sopesar si los cambios podrían pasarnos factura en algún momento.
Han habido muchos cambios, es verdad, pero con mucho pesar ninguno de ellos ha afectado seriamente a nuestra eclesiología. Y si en algo tenemos que cambiar, si existe algo en lo que tenemos que acometer una seria y profunda reforma: es en nuestra eclesiología. Y la tenemos que acometer porque la iglesia es un instrumento, no un fín en sí misma. Y ese instrumento se está quedando caduco, vacío de contenido y sin proyectos, porque la iglesia se ha quedado como un mamut fosilizado en la época glaciar, que se encuentra entero, intacto, pero no se puede mover porque es un fósil.
Corrían los tiempos de la resurrección de Jesús, y aquellos que le habían conocido y seguido, tuvieron que hacer un gran esfuerzo, con la acción del Espíritu, por entender todo lo que había acontecido.Y ese entendimiento les llevó a tener que trastocar su teología, su concepción del Templo, de los cultos, en definitiva de todo el judaísmo que le corría por sus venas. Y para añadir más tensión a su cambio, tuvieron que entender que los gentiles también formaban parte del proyecto de Jesús.
Fue pasando el tiempo, y esa reforma que tuvieron que acometer los primeros cristianos, se fue asentando en las comunidades nacientes. Pero no sin antes tener que pasar por momentos de indecisión, por situaciones de tensión, por circunstancias muy adversas al cambio que se estaba imponiendo. No solo con los ajenos a las comunidades, sino sobre todo con aquellos que se íban añadiendo a las comunidades y querían imponer lo viejo sobre lo nuevo ( Cf. Hechos 15). Al final, y a duras penas, se consiguió conformar una interpretación teológica de lo que había acontecido con el hecho Jesús, y esa interpretación caló tan de lleno en las entrañas de la comunidad, que ésta pudo expresar con toda naturalidad, en su espacio y su tiempo, lo novedoso de este mensaje tanto intra-comunitariamente como extra-comunitariamente.
Han pasado 20 siglos y muy mal hemos tenido que hacer las cosas, para que continuemos teniendo la misma eclesiología que tuvieron los primeros creyentes, e incluso hasta en muchas cosas peor que la que tenían ellos. No es que esté mal copiar aquellas cosas que van bien, pero ellos tuvieron su propia eclesiología para su tiempo y espacio, y nosotros tenemos la obligación de hacer lo mismo para nuestro tiempo y espacio. Las bases continúan siendo las mismas que la de ellos, y eso no podemos cambiarlo, ya que parten de la resurrección de Jesús y la acción del Espíritu, pero las formas sí tenemos que cambiarlas porque los signos de nuestro tiempo son diferentes a los de ellos.
La concepción de nuestra eclesiología debe cambiar, tiene que cambiar, a pesar de que a muchos no les interese, tal vez porque viven de ella o bien porque se realizan en ella. Pero que esto tiene que cambiar no es negociable, porque la acción del Espíritu no puede ser frenada por actitudes mediocres.
Llega la hora de que el vino nuevo rompa los odres viejos y la concepción de una eclesiología vertical deje paso a la de una eclesiología horizontal.
Hace ya mucho tiempo que la iglesia viene padeciendo los males que trae consigo el hecho de tener una eclesiología vertical. Una eclesiología en la que el énfasis recae en el hecho de que Cristo es la Cabeza de la iglesia, el dueño y señor de la misma, y esto es tan cierto como que Dios juzgará a toda criatura; pero a esta concepción hay que añadirle el hecho de que Cristo está representado por todos aquellos que han sido designados como líderes para pastorear el rebaño. Y como tales, en el nombre del Señor hablan, escriben, dictan normas, y lo más grave, interpretan las Escrituras. Y esto lo hacen siguiendo esquemas novotestamentarios que fueron establecidos para unas necesidades muy concretas, con unos problemas muy específicos, y porque había que dar respuestas en una cultura y una cosmovisión de aquellos tiempos. No obstante, como a la iglesia primitiva les fue bien, y a ellos también, por qué cambiar el enfoque de la eclesiología.
Gracias a Dios, dentro de su pueblo se da el caso de que no todo es orégano, porque existen creyentes que entienden que la eclesiología debe partir desde una concepción horizontal, donde Cristo es la Cabeza del cuerpo, y todo el cuerpo responde a la Cabeza. Un cuerpo que está formado por hombres y mujeres libres, donde todos son responsables ante el Señor. Un cuerpo donde cada miembro, según el don que se le ha otorgado, es responsable ante el otro de su edificación. Un cuerpo donde todos vamos construyendo hasta llegar a la perfección. Un cuerpo que se entiende a sí mismo como instrumento de Dios, y como tal, debe buscar contínuamente la renovación y transformación en el Espíritu.

1 comentario:

  1. Hola de nuevo, esperaba tu entrada en el blog ya que anhelo viejos tiempos de aprender junto a ti, de momento soy “el anónimo” ya que no dispongo de cuenta en google y no sé como comentar si no así como lo hago. Quisiera decirte que no quiero ser para nada crítico contigo, con tus pensamientos o con tus argumentos -no pienses mal si leíste mi primer comentario sobre tu primera entra en tu blog- mas bien, me gustaría que lo tomaras como una charla con un café y el humo de aquellos habanos que fumabas.

    Por supuesto leo lo que escribes y leyéndolo se me ha ocurrido un (“quizás!”) nuevo concepto, si quieres pensar sobre el y te gusta incluso te lo puedes atribuir ya que fue causa-efecto de tu texto. No se trata de verticalidad u horizontalidad, piensa en el último artefacto que nos quieren vender, las TV LCD 3D; este es el nuevo concepto, creo que debe ser la iglesia en 3D, pienso que necesitamos tanto la vertical como el horizonte, si “La Casa de Dios” es la iglesia, estos dos ejes son las primeras líneas arquitectónicas para poder construirla. Está bien que se abra la perspectiva de la horizontalidad al resto de la congregación, para cubrir nuevos ministerios, a las mujeres, etc...pero cuidado! bien sabes cuantos cayeron en el camino y no por ser buenas o malas personas, cultos o incrédulos sino por que bien es verdad que nos envió como ovejas en medio de lobos y como tales necesitamos pastores terrenales, pero pastores de tus tiempos, personas que se involucran hasta el final, que piensan antes en el otro que en si mismo, que esperan una llamada 24h al día y si no se produce llaman ellos...en esto si que han cambiado las cosas y pienso que se debe reflexionar, para nada quiero politizar el tema pero en esto ganan los verticales por goleada y creo que incluso podría disculpar, a los que como dices, viven o se realizan en ella; ya que el fin, en este punto tan importante, justifica los medios.

    Creo que todo lo que nos sirva para pensar y charlar es positivo...de modo que espero con ganas tu próxima entrada.

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