domingo, 13 de junio de 2010

DESENCANTOS

Desde la noche de los tiempos, el ser humano ha asistido impasible a la presencia de los dos grandes bloques que se encuentran bien establecidos dentro de la sociedad: el bloque dominante y el bloque dominado.

El bloque dominante, formado por los tres grandes poderes, la política, la religión y la riqueza, es el que hace posible que todo el entramado social piense y actúe de acuerdo con los propósitos establecidos por ellos. Es el bloque que está conformado por todos aquellos que ejercen el poder controlando todos los sistemas establecidos por ellos con el fin de alcanzar sus objetivos: someter a la sociedad global. La política, controlando las actuaciones mediante la manipulación del miedo a que el peso de la ley, establecida por ellos, recaiga sobre todos aquellos que pretendan vivir o pensar de forma diferente. La religión, controlando las emociones mediante la manipulación mental, manteniendo cautivas nuestras mentes dentro del espacio religioso, so pena de ser castigados con el fuego del infierno a los que pretendan emanciparse y vivir en libertad. La riqueza, controlando los flujos económicos mediante el establecimiento de períodos de prosperidad y de crisis, manteniéndonos así en una inestabilidad constante donde nuestra única preocupación es cómo llegar a final de mes y si podremos tener una vejez tranquila.

El bloque dominado, formado por todos los seres que vivimos sometidos, es del que se nutre y hace que tenga sentido el bloque dominante. Aqui no hay señores ni vasallos, santos o pecadores, rangos o escalas sociales, porque todos somos iguales: marionetas en el gran circo montado por el bloque dominante.

Con el paso del tiempo, han aparecido en la historia algunas luces de San Telmo con el propósito de salir del sometimiento al que nos tienen acostumbrado, pero que, muy sutilmente, el bloque dominante ha sabido sofocar haciendo que todo cambie para no cambiar nada.

Por un lado, las grandes revoluciones, y muy especialmente la francesa, trajo consigo la posibilidad de librarnos del poder político a través de la implantación de la democracia, donde el poder reside en el pueblo y todos se encuentran sometidos al imperio de la ley. A partir de ahí, el poder político quedó fragmentado en tres sectores (el ejecutivo, el legislativo y el judicial), para que nadie tuviera la posibilidad de actuar de forma absolutista con el pueblo.

Por otro lado, la reforma nos trajo una bocanada de aire fresco al acabar con la religión monocolor y frenar su apetito de poder. A partir de los principios reformistas la religión fué adquiriendo matices bien diferentes, y el ser humano comenzó a sentirse más libre frente a las imposiciones eclesiales.

Por último, la revolución industrial supuso un cambio esencial para la vida de todos aquellos que estaban sometidos a largas jornadas de trabajo y con salarios que no les permitían salir de la penuria en que vivían. A partir de este hecho histórico, al trabajador se le abrían las puertas a la posibilidad de mejoras en su condición social y económica, y con ello llegó el invento mejor urguido por la riqueza: la clase media. El referente para el pobre ya no se sitúa en la riqueza, sino alcanzar, porque estaba en sus posibilidades, el pertenecer a la clase media, y de ahí tratar de alcanzar la riqueza. Ya no habráin más disturbios entre la pobreza y la riqueza.

Llegados a este punto, el bloque dominante ha hecho uso de su sagacidad y astucia creando, con el tiempo, una situación que llevará al bloque dominado a estar dentro de los límites de su condición: el desencanto.

Desencanto de la política porque a la democracia le ha sido usurpado su sentido original y ha sido usada como herramienta para imponer situaciones absolutistas. Porque en nombre de la democracia se han generado estados feudales donde los estados más fuertes imponen sus normas sobre los más débiles. Porque el imperio de la ley, donde se reconoce que todos somos iguales, hace recaer su peso sobre los más débiles. Como ya nos advertía Alexis de Tocqueville: "Llegará el día en que todos tendremos que soportar el peso de la dictadura de la democracia". La manipulación continúa existiendo, solo han cambiado los conceptos.

Desencanto de la religión porque desde que el hombre fué capaz de enfrentarse a la religión y mirarle cara a cara, comenzó a acercarse a ella no ya desde el miedo sino desde la libertad, para darse cuenta de que todo lo que ella representaba era una pura manipulación en favor de la política y la riqueza. Por lo tanto, era de esperar que el bloque dominante proveyera de recursos para hacer que este desencanto no les afectara en lo más mínimo. La idea de que la religión es el camino por el cual poder acercarse a Dios, pronto es sustituida por la aparición de otros caminos; lo que va a provocar que cada camino conduzca a un dios diferente, hasta llegar a un gran sincretismo en el que todos los dioses y caminos tienen cabida. La manipulación continúa existiendo, solo han cambiado los conceptos.

Desencanto de la riqueza porque la idea pregonada de que el hombre puede alcanzar ascensos en la escala social a través del trabajo y del ahorro, no tardó en ser puesta en tela de juicio, puesto que ésto era inalcanzable. Y para sofocar posibles situaciones de riesgo, era necesario mantener al bloque dominado, mediante los flujos económicos, en un estadio de expectativas constantes, de tal forma, que su preocupación fuera no tanto alcanzar la riqueza, sino de conformarse con llegar a final de mes y tener un trabajo más o menos estable que le permita vivir bien dentro de la sociedad del bienestar. Y esa es la estrategia: no darle mucho para que pueda aspirar a otras escalas, ni darle poco para que se dé cuenta de su realidad y se amargue. Lo importante ya no va a ser si se pertenece a la clase media o baja, sino de tener o no trabajo. La manipulación continúa existiendo, solo han cambiado los conceptos.
Con esta breve exposición ( y no llego a más porque soy muy limitado) lo único que pretendo es reflexionar sobre la gran manipulación y mentira que soportamos los seres humanos. Creyéndonos ser libres, vivimos bajo el sometimiento de aquellos poderosos que ejercen el control: el bloque dominante. Y desde esta reflexión, me pregunto: ¿qué hace alguien como yo, en un mundo como éste?. El último que apague la luz, nos vamos. Sin embargo, ésto no debería ser así, puesto que a través de los tiempos siempre han existido personas que han alzado su voz, y muchos han dado sus vidas, en contra del bloque dominante y el mundo que quieren configurar. Empezaron los profetas, les siguió el mismo Jesús, continuaron los cristianos de la iglesia primitiva y muchos más a través de la historia. Demasiados son los que nos observan mientras nosotros, con el testigo en las manos, nos preguntamos todavía qué hacemos. ¿No es hora de que dejemos de predicar en el desierto y levantemos nuestra voz en medio de la ciudad?. El mensaje continúa siendo el mismo y los conceptos no han cambiado. Tal vez nosotros los hayamos alterado inventando otros nuevos, pero con esta osadía, también hemos alterado nuestros comportamientos.

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